Supervivencia de la Araucaria araucana y el buen manejo del piñón
Para comprender mejor qué consecuencias puede traer un “piñoneo” indiscriminado es importante conocer más sobre la Araucaria araucana y la forma de reproducción de esta especie endémica de los bosques templados de Sudamérica (Chile y Argentina).

Detalle de copa de Araucaria
Con la llegada del otoño viene la época de recolección de piñones, y con ello, el riesgo que cada año sufre la semilla de la Araucaria araucana si se realiza un manejo y recolección inapropiados. Este es un problema importante de conservación, ya que este árbol sagrado para los pehuenche y monumento natural de Chile, hoy se encuentra clasificado como vulnerable en la Cordillera de los Andes y en peligro de extinción en la Cordillera de la Costa, de acuerdo al Reglamento para la Clasificación de Especies según Estado de Conservación que emplea los criterios de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).
Si bien el consumo de piñones es una práctica tradicional dentro de la cultura de algunos pueblos originarios y otras comunidades del sur de Chile, actualmente podemos comprarlos en verdulerías y cadenas de supermercados en diversas regiones del país. Esta escala de consumo de piñones implica una nueva forma de relación con la araucaria, ya que la sobrecosecha puede constituir una creciente amenaza que pone en riesgo el equilibrio ecológico de sus ecosistemas, ya que sin semillas disponibles el bosque no puede regenerarse.
Para comprender mejor qué consecuencias puede traer un “piñoneo” indiscriminado es importante conocer más sobre la Araucaria araucana y la forma de reproducción de esta especie endémica de los bosques templados de Sudamérica (Chile y Argentina). En nuestro país la araucaria, pehuen o piñonero se ubica en la Cordillera de los Andes y en Cordillera de Nahuelbuta, desde la VIII Región del Biobío hasta la vertiente sur del Volcán Villarrica, en la Región de los Lagos. Se desarrolla sobre suelos de buen drenaje, cubiertos en gran parte por cenizas y restos volcánicos. Crece en alturas superiores a los 900 metros sobre el nivel del mar y en diversos tipos de climas, que se caracterizan por tener veranos secos, precipitaciones anuales de al menos 800 mm e inviernos con temperaturas bajo cero, que son claves para la germinación de sus semillas.
El pehuen puede medir hasta 50 metros y vivir más de 1.000 años, y su etapa reproductiva se inicia cerca de los 25 años. Algunos de estos árboles tienen flores masculinas y otros femeninas, ambas son conos cilíndricos ubicados en la terminación de sus ramas, las cuales son necesarias para la polinización que se realiza a través del viento, y tras casi dos años de efectuada, los conos femeninos se abren. Cada uno deja caer entre 100 y 300 piñones, los que se diseminan gracias a la gravedad y quedan esparcidos en la copa del árbol o son alejados del tronco gracias a aves y roedores. Como las araucarias crecen por sobre los 900 metros sobre el nivel del mar, los piñones pasan alrededor de tres meses bajo la nieve durante el invierno, tras lo cual logran germinar.
Cabe destacar, que la Araucaria araucana es fundamental para la supervivencia de numerosas especies. Por ejemplo, roedores nativos, el choroy y la cachaña – el loro más austral del mundo- se alimentan del piñón. Además, existen al menos 46 especies de insectos asociados a este árbol, siendo la mitad exclusivas del pehuen. Asimismo, los bosques de araucarias también proveen hábitat para alrededor del 66% de las aves de los bosques templados de Sudamérica, pues constituyen un importante refugio para aves con requerimientos específicos, como árboles de gran tamaño y sotobosque, entre los que destacan: el Chucao, la Golondrina chilena, el Concón, el Comesebo y Carpinteros, entre otros.
Los bosques de Araucaria araucana fueron explotados durante muchos años. Su madera se utilizaba para la fabricación de muebles, estructuras y revestimientos, entre otras cosas. Se usaba el floreo como método de explotación, que consiste en extraer los mejores árboles del bosque, pero sin tomar en cuenta el gran deterioro ecológico que esto conlleva. Por esto, su tala se prohibió en 1976 y en 1990 fue declarada Monumento Natural en Chile. Hoy también se encuentra protegida internacionalmente bajo la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES).
Las buenas prácticas de piñoneo son fundamentales para la supervivencia de esta especie.
Actualmente está permitido recolectar piñones, pero la manera más sustentable de hacerlo es recogiendo solamente una porción de los que caen al suelo. Hay otras formas de piñoneo que ponen en riesgo la reproducción de esta especie: cortar las ramas para vender las cabezas de piñones verdes, mover las ramas para que caigan y/o trepando los árboles para soltarlos.
En este contexto, es muy relevante que los recolectores de piñones se limiten a recoger los piñones que se han caído de manera natural para evitar daños mecánicos a los árboles y que consideren recolectar cantidades que permitan el resguardo del consumo de esta semilla por la fauna nativa, de manera que se asegure la regeneración natural de la especie. Y por otra parte, para quienes deseen consumir piñones, eviten comprar estas semillas en supermercados y opten por hacerlo directamente a las comunidades que custodian estos bosques, ya sea el producto crudo o en alguna preparación tradicional.