Memoria y conservación: Proyecto en humedal El Culebrón resignifica vivencias en torno a tsunami y terremoto de 2015

En pos de la conservación, el rescate de la memoria y la puesta en valor del patrimonio, un proyecto –apoyado por nuestro Fondo FMA– en torno al humedal El Culebrón en Coquimbo, reunió a vecinos del barrio Baquedano para fortalecer la resiliencia comunitaria ante el riesgo de desastres socio-naturales. Esta zona fue una de las más dañadas tras el terremoto y tsunami de 2015, que afectó al territorio entre Chañaral y Concón.

“Conservación, Memoria y Patrimonio en el Humedal El Culebrón”, es el título de uno de los proyectos seleccionados para ser ejecutados con apoyo de nuestro Fondo FMA en su versión pasada. La iniciativa, impulsada por la ONG Surgencia, se enfocó en la labor de rescate de la memoria en relación con los sucesos que afectaron a la población del barrio Baquedano, Coquimbo, emplazado junto al humedal El Culebrón, tras el tsunami y terremoto 8,4 grados Richter de 2015.

María Valladares, líder del proyecto desde ONG Surgencia, explicó que el énfasis fue puesto en la memoria de desastres como herramienta para la educación, así como en el fortalecimiento de la resiliencia comunitaria ante desastres socio-naturales. Junto a vecinos de Baquedano se invitó a comunidades de Peñuelas, población Victoria, zona puerto y Puerto Aldea a ser parte de las actividades. Estas incluyeron exposiciones, conversatorios, jornadas de limpieza del humedal y la realización de un mini documental.

Entre los temas abordados por medio de las iniciativas, explicó, figuró información en torno a ecosistemas como humedales, playas y dunas en su rol de mitigadores de eventos extremos. Al mismo tiempo, vecinos relataron sus testimonios sobre cómo vivieron aquella jornada de 2015 y sus consecuencias. Gemma Vásquez Epuñán, parte de la Agrupación Conciencia Ecológica, por ejemplo, contó cómo las casas de la zona se inundaron con más de dos metros de agua. Por su parte, el bombero Cristian Silva, relató cómo, entre sus labores, debió contener a quienes estaban en estado de shock.

La diversidad de experiencias dio cuenta de cómo los alcances de la tragedia seguían impactando en la vida cotidiana de las personas, explicó Valladares, de manera que el proyecto también operó como un espacio para conversar sobre la salud mental. Asimismo, la iniciativa se vinculó al proyectos de arte, por medio de la recuperación de fotografías del desastre, labor que estuvo a cargo de la fotógrafa Tatiana Alfaro, quien elaboró el fotolibro «Paisaje Sugerido», que se entrelazó con la consigna “La memoria salva vidas”, así como a un concurso en que se reunieron 200 imágenes.

Durante el periodo de ejecución del proyecto, además, se realizó una exposición junto a la fundación Coquimbo Patrimonial, que rescató imágenes de una tragedia de similar magnitud ocurrida en 1922, junto a reflexiones que apuntaban a la idea de desmitificar que estos eventos sólo ocurren cada cierto tiempo exacto. En este marco se realizó también una charla a cargo de la Fundación Proyecta Memoria, la cual promovía el hashtag #LosDesastresNoSonNaturales.

Autogestión de barrios y protección del humedal

Valladares explicó que el proyecto tuvo tres etapas orientadas a la investigación, la preparación de las comunidades, la generación de vínculos locales y la construcción de memoria de manera colectiva, con la perspectiva de valorar la creación de herramientas de autogestión. Entre los desafíos que se presentaron, detalló, estuvo la dificultad de convocar a vecinos que muchas veces se enfrentan a realidades complejas en su día a día, ligadas a conflictos que presentan dimensiones socioambientales.
“El trato con las personas debió ser permanente. Quisimos trabajar de manera transdisciplinaria y de forma inclusiva”, señaló Valladares, quien se refirió además a la necesidad de instalar primero el tema de la memoria para generar una experiencia colectiva anterior a la concientización sobre el medioambiente y los cuidados del humedal.

Tras la labor realizada, algunas de las conclusiones apuntaron a contar con mejores condiciones materiales, como vías de evacuación e iluminación, así como la misión de concientizar a autoridades para que se tome el peso de las grandes catástrofes, llamando al respeto por la naturaleza y a considerar el rol de los científicos. Además, sigue en curso la tarea de generar conocimiento sobre el humedal El Culebrón como ecosistema que ayudó a que el desastre no fuera mayor. Próximamente, añadió Valladares, se busca instalar un memorial en la zona para recordar la tragedia que aún afecta a la comunidad.

*Entre las organizaciones e instituciones que participaron de este proyecto, se encuentran también la Agrupación Conciencia Ecológica, Fundación Proyecta Memoria, Municipalidad de Coquimbo, Museo de la Cotidianidad y el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA).