Nuevas rutas para ampliar los límites de la creación artística
Claudia González y Sebastián Mejia reflexionan sobre las experiencias que vivieron en la residencia de co-creación virtual (RE)Shape, la cual reunió miradas transculturales de creadores de diversos países. En esta entrevista abordamos nuevas posibilidades creativas, acoplamientos metodológicos y perspectivas de colaboración en el arte contemporáneo.
La residencia de co-creación virtual, (RE)Shape, consideró ejercicios experimentales realizados por cinco duplas de artistas provenientes de Chile, Argentina, Irán, Mozambique y Suiza, quienes trabajaron de manera asincrónica el primer semestre de 2023. Sus procesos creativos derivaron en la realización de paisajes sonoros, guiones, videoinstalaciones y formatos fueron dados a conocer la penúltima semana de agosto en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) sede Parque Forestal, una muestra abierta a todo público.
Tanto la artista visual Claudia González como el fotógrafo Sebastián Mejia, quienes han explorado las artes mediales y la metodología de la deriva, vivieron procesos creativos junto a artistas suizos como sus duplas de residencia: Jamuna Mirjam Zweifel y Oliver Roth, respectivamente. Generar diálogos a escalas humanas y no humanas a través de paisajes distantes, así como pensar confluencias entre la fotografía y la performance en torno a la pregunta ¿cuándo ocurre el arte?, fueron las reflexiones que guiaron sus procesos de creación.
Fundación Mar Adentro: ¿Qué metodologías creativas implementaron para (RE)Shape? ¿Descubrieron nuevas estrategias para sus procesos artísticos?
Claudia González (CG): Junto a Jamuna elaboramos un guión para propiciar encuentros. Para llegar a ese texto, compartimos las etapas de investigación en que cada una se encontraba y pensamos cómo nuestras búsquedas podían confluir en una audioguía que funcionara como indicaciones para ejecutar en un lugar. Jamuna generó instrucciones para que yo encontrara tierra y yo, para que ella encontrara agua. Así, se articuló un diálogo siempre pensando en la búsqueda de la otra artista. Algo nuevo fue apoyarnos en el chat GPT que comenzó a sonar en todos lados justo en el momento que estábamos trabajando.
Sebastián Mejía (SM): Para mí, la metodología siempre fue un desafío porque mi trabajo suele ser solitario. La comunicación digital dio pie a un experimento interesante que en un inicio no sabíamos hacia dónde iba, porque mi compañero es una artista de performance y yo soy fotógrafo. Ese cruce fue totalmente nuevo, entonces nos preguntamos cómo hacer congeniar ambos formatos, y llegamos a ejercicios que daban cuenta de un diálogo constante canalizado en un video. Así, tratamos de agrupar todos los medios que usamos, desde conversaciones por Telegram, fragmentos audiovisuales, fotografías y textos. Hasta ahora, siguen apareciendo ideas a raíz de este experimento que fue muy productivo.
¿Cómo observan las confluencias, divergencias y encuentros entre ustedes y sus duplas, así como entre el grupo de artistas de la residencia?
CG: Una confluencia importante que tuvimos con Jamuna fue la inquietud y el entusiasmo por crear una herramienta metodológica para permanecer en un territorio gracias a un registro artificial, permanencia que es, al mismo tiempo, ambigua. En ese sentido, llegamos a un formato de creación de archivo grabado, que surge, de alguna manera, gracias al proceso de deriva.
En (RE)Shape tanto Sebastián [Mejia] como yo hemos estado asociados a la deriva a través de distintos lentes. Mientras Sebastián realiza un trabajo errante para buscar momentos que cautivan por medio de situaciones o paisajes; desde mi trabajo, la caminata se ha vuelto una manera de reconexión con los ecosistemas, ya sean estos una ciudad, un bosque, un río o una montaña. Fue inspirador ver cómo cada dupla de artistas sostuvo sus procesos para llegar a algo común.
SM: Se dieron coincidencias interesantes. Justo antes de que me llamaran para (RE)Shape conocí el trabajo de Claudia [González], por ejemplo. Yo estaba investigando sobre el río Mapocho, y ella la temática del agua, después sucedió que a ambos nos tocó trabajar con artistas suizos. En ese sentido, vale decir, a partir del diálogo con un artista suizo es inevitable comparar los desafíos de trabajar en Latinoamérica versus Europa.
Por otro lado, como Claudia decía, las derivas pueden ser abordadas de manera particular. En el caso de su obra, la deriva emergió como instrucciones poéticas, mientras que para mí y Oliver, terminó relacionándose con acciones muy cotidianas que nos llevaban a cuestionarnos en qué parte del proceso aparece el arte, es decir, dónde está la línea entre el arte y la vida cotidiana.
¿Qué potencial creativo surge de una residencia híbrida o de iniciativas que tensionan tanto las fronteras corporales como la ubicuidad?
CG: Las experiencias artísticas virtuales tuvieron un auge en la pandemia. Es interesante pensar qué procesos quedaron o se transformaron desde ese entonces. Lo virtual exige salir de la zona de confort porque nos obliga a buscar estrategias para comunicarnos con el trabajo de otro artista. Al mismo tiempo, requiere acoplarse a la metodología de alguien desconocido. El desafío y potencial del formato radica en la necesidad de abrirse y desestructurarse metodológicamente para desestabilizar las rutinas que cada artista tiene bastante armadas.
SM: Las limitaciones que imponen los formatos virtuales nos obligan a pensar maneras de abordar los proyectos y los hábitos artísticos. Además, para el caso de (RE)Shape, hubo varias dimensiones; una fue el trabajo en pareja como dinámica prolongada e íntima y otras, las sesiones grupales de críticas con los mentores [organizadores de REShape] y las instancias para compartir entre todas las duplas. Es enriquecedor ver cómo cada dúo de artistas de distintos lugares del mundo aborda desafíos creativos.
Este último tiempo, en la fundación hemos estado pensando cómo abordar la vigencia del arte colaborativo ¿Cómo observan este desafío a partir de (RE)Shape?
CG: Me parece que el trabajo colaborativo en la residencia fue un prerrequisito, en el sentido de que siempre trabajamos pensando para comunicarnos con otro artista. Si bien, las definiciones del arte colaborativo se vinculan a las maneras en que el arte llega a una comunidad más amplia, en (RE)Shape hay una especie de itinerancia y expansión dada por las diversas nacionalidades de las duplas. Además, hay un equipo que desconocemos y que va a montar o difundir nuestros trabajos, y también existen procesos invisibles. Todo esto forma parte de una red colaborativa desde y para el arte.
SM: En mis clases siempre trato de inculcar la importancia del trabajo colaborativo y transdisciplinario. En el arte existe la necesidad de trabajar con editores, montajistas y curadores. Aunque el trabajo puede ser solitario cuando todo tiende a lo inmaterial y al aislamiento de las pantallas, hay una necesidad de compartir, de verse. Así como la virtualidad permite una suerte de aislamiento corporal, al mismo tiempo, puede recordarnos la importancia de lo colectivo. Además, la condición híbrida posibilita acceder a otros proyectos en el espacio digital y, al participar artistas de todo el mundo, el trabajo se expande.
¿Cómo proyectaron sus reflexiones en la muestra que se dio a conocer en el MAC Parque Forestal?
CG: Nuestro formato fue una videoinstalación que invitó a vivir un audio-recorrido junto a un código QR. Los asistentes podían salir a la calle a ejecutar esa experiencia en búsqueda de naturalezas cercanas relacionadas a la tierra. También había una especie de fanzine que acompañó el proceso de audio-recorrido, donde se podía escribir, dibujar y establecer una tercera capa de relato. Las instrucciones fueron sincronizadas por el chat GPT, que nos ayudó a fusionar ambas miradas. En el futuro nos encantaría continuar este trabajo con Jamuna.
SM: Nuestro proyecto con Oliver era una pantalla que exhibía un video de lo que fue nuestra experiencia de comunicación en torno a la pregunta sobre cuándo surge el arte. Había audífonos y una mesa con libros impresos que contenían fotografías y extractos de nuestros diálogos. Había videollamadas entrecruzadas con imágenes, reflexiones sobre procesos artísticos y elementos performáticos. Por ejemplo, mientras Oliver cantaba una canción, yo hablaba de mi proceso de deriva del río Mapocho.
Sobre los artistas:
Sebastián Mejia, nacido en Lima, Perú, es fotógrafo y profesor radicado en Santiago de Chile, cuyo trabajo se centra en la vida primitiva que comúnmente pasa desapercibida en la metrópolis moderna. Obtuvo su licenciatura en fotografía en la School of Visual Arts de Nueva York y su máster en la Universidad Finis Terrae de Santiago de Chile. Su trabajo ha sido exhibido en numerosas exposiciones en Chile y el extranjero, incluyendo Nous les Arbres en la Fondation Cartier (2019) en París, Impulsos Urbanos en la Photographers Gallery de Londres (2019) y Quasi Oasis en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago (2013), entre otras.
Claudia González Godoy es una artista medial independiente y gestora de proyectos educativos sobre arte y tecnología. Desde 2006 ha desarrollado trabajos sobre la noción de materialidad en soportes tecnológicos analógicos y digitales en forma de instalaciones sonoras, electrónica y grabado para reflexionar sobre los desarrollos y materialidades tecnológicas y sus efectos en nuestro entorno natural y artificial. Ha participado en diversos festivales y bienales, en los que ha dictado innumerables talleres y charlas sobre Arte, Hardware Abierto, experimentación electrónica y Cultura DIY. Actualmente, trabaja en el Museo Taller y desarrolla una investigación sobre ríos en Chile, cuyas aguas son utilizadas de manera industrial. Audio-recorridos, trabajo de campo y paisaje sonoro, forman parte de sus metodologías.
*(RE)Shape es una colaboración internacional entre los socios Work it Out (CH/DE), Fundación Mar Adentro (CL), Wixutta Knowledge Center (MOZ), The Art Corner of Tehran (IRN) y cheLA (ARG). Cuenta con el apoyo de una beca de colaboración internacional «To-gather» de Pro Helvetia: Swiss Arts Council, Südkulturfond, Fundación Mar Adentro y Tanzhaus Zürich.